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Espacio en el que hablar, dialogar, aprender y luchar por la igualdad entre las dos mitades de la humanidad. Lugar para luchar contra el enemigo, el patriarcado, dentro y fuera de nuestras filas y para animar a salir juntas a terminar lo que se empezó hace trescientos años. Busco un mundo paritario donde ser mujer no sea un inconveniente absoluamente para todo.

9/07/2019

Estrategias y victorias patriarcales

Cuando Michael Jackson, afrodescendiente, decidió cambiarse el color de su piel mediante cirugía para que esta tuviera la misma tonalidad que las personas caucásicas se abrió un debate en torno al tema. ¿Lo recuerdan? No, ¿verdad? Normal. Que un señor, por muy famoso que fuera, no se sintiera bien con el color de la piel que le tocó no le interesa a nadie, no salieron en su apoyo un montón de personas caucásicas que quisieran tener la piel del color de un afrodescendiente (en aquella época recuerdo que yo pensaba que, de hacer tal majadería, habría hecho exactamente lo contrario: oscurecerme la piel) o un montón de personas con los ojos rasgados queriendo tenerlos redondos (y las hay, se lo aseguro; solo habría que preguntar en clínicas de cirugía estética en Japón, Corea…). Nunca hubo ninguna razón para crear un movimiento de personas “transraza” que no estén a gusto con las características físicas de su persona tradicionalmente asociadas a una “raza”. ¿Y saben por qué? Porque la raza es un artificio social creado para oprimir y explotar a personas cuyas características físicas responden a  las más comunes en territorios invadidos, colonizados, conquistados y esclavizados. Los seres humanos no tenemos razas, como los perros, es un invento social conveniente a los opresores. Las personas tenemos características físicas que, por razones evolutivas y de adaptación se asemejan a los de otras que llevan decenas de miles de años en un lugar con unas condiciones geográficas y climáticas concretas, absolutamente insignificantes funcionalmente. Todas estas verdades hace décadas que poca gente se atreve a discutir.
Pues EXACTAMENTE lo mismo ocurre con el género. No hay ningún estudio científico que haya logrado demostrar las falsedades con la que el patriarcado nos lleva bombardeando desde hace siglos: las mujeres somos más débiles, más sensibles, los hombres aguantan más el dolor, la sangre… No voy a enumerar la larga lista de absurdidades tan ampliamente conocidas por toda la sociedad, pero me basta con decirles que se imaginen qué contestarían si alguien les preguntara por qué usted nació hombre o por qué usted nació mujer sin hacer referencia al sistema reproductivo, ni al endocrino. Les garantizo que casi la totalidad de las posibles razones que se nos vienen a la cabeza son artificiales y, además, varían según la cultura, la clase social,  la generación e incluso las circunstancias concretas a las que nos adscribamos; porque el género es algo que, como muchos aspectos culturales, como por ejemplo las lenguas, varían en el tiempo, los estratos sociales, el espacio y el contexto en general. Con todo ello, no hace falta aclarar que hablar de “identidad de género” o de personas “transgénero” resulta tan ridículo y absurdo como hablar de una “identidad de raza” o de personas “transraza”.
Y muchísimo más absurdo y ridículo resulta creerse feminista defendiendo tales atrocidades. El feminismo es, desde hace décadas, abolicionista del género, ese constructo social que se usa principalmente para oprimirnos a las mujeres.
Resulta necesario en este momento comentar que sobre la TRANSEXUALIDAD o la disforia de género se sigue investigando y aún no hay nada concluyente, pero, en este caso, hablamos de sexo y eso sí que es diferente. Aquí sí que hay que mencionar, sin lugar a dudas, el sistema reproductivo y el endocrino. Este asunto (transexualidad, que no transgénero) nunca jamás ha generado ningún enfrentamiento entre el movimiento feminista (MF) y los movimientos pro derechos de personas con diversidad sexual-afectiva (LGBT…), que, precisamente, nacieron y crecieron en el seno del feminismo.
A pesar de lo explicado anteriormente acerca del género, sorprendentemente, surge en los últimos tiempos, como consecuencia de la teoría queer (que defiende el género como algo natural e innato), este movimiento sobre la “identidad de género” que decide echar por tierra gran parte de los cimientos de las bases teóricas de un feminismo que ha logrado que las mujeres tengamos más derechos de los que hemos tenido jamás en la historia de occidente. Los defensores de la identidad de género han tenido tanto éxito que han llegado a conseguir que se legisle a su favor, con lo peligroso que eso puede resultar para todas las mujeres y los logros alcanzados. ¿Se imaginan una legislación que reconociera la raza como algo distintivo, biológico e identitario? ¿A que da miedo? Pues ese miedo tenemos que tenerlo ahora las feministas con esta ley de identidad de género que puede aprobarse a nivel nacional (ya existe en algunas comunidades), sin ningún tipo de debate público.
Pero a la que suscribe estos argumentos lo que más le asusta es el apoyo que está teniendo este desatino dentro del movimiento LGBT… y del MF. Atónitas asistimos a que feministas históricas como Amelia VALCÁRCEL sean abucheadas e insultadas en sus charlas y en las redes; a que lesbianas sean condenadas y tachadas de tránsfobas por no querer mantener relaciones sexuales con hombres (sí: hombres hetero muy orgullosos de sus genitales y su testosterona que se declaran mujeres) y, por tanto, una vez más invisibilizadas… No solo eso, sino que también, si me gusta poco o nada que el buen hijo del feminismo, el movimiento LGBT… se revuelva y enfrente a quien lo engendró con capacidad para destruirlo o diluirlo, menos me gusta que el MF invierta todas sus energías y se desgaste de una manera tan acelerada y alarmante en esta lucha.
Mientras nos tiramos de los pelos en los cursos y en la red, llevamos, en el momento que nacen estas palabras, 55 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, siguen brotando como hongos violaciones múltiples, lesbianas son agredidas por mostrar su afecto en público, cobramos un 30% menos, no estamos en el poder… Lo cual muestra que el movimiento transextremista es una victoria del patriarcado que se ha infiltrado en nuestra lucha (MF y LGBT)
Esperemos que ese hijo rebelde crezca y haga su lucha más poderosa, no enfrentándose a su madre, sino complementando la lucha de esta, manera en que se alcanzarán más logros, y confiemos en que el MF se centre en su tarea principal: alcanzar la igualdad real, fin que estamos alejando por no reconocer al enemigo oculto en el regalo que nos dejó amablemente en la puerta y que hemos metido intramuros cediéndole tanto espacio.

Artículo que Eldiario.es no quiso publicar en el blog de los socios.

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